miércoles, 7 de mayo de 2014

LA COLECCIONISTA DE FOTOS

La llaman reina de las diosas, la más coqueta, la más hermosa… canta Serena (más bien desafina) mientras continua con su frenético afilar de cuchillos arriba y abajo. También baila alegre al ritmo de la música y de vez en cuando echa un vistazo adonde está Paula. Sigue dormida, todo está saliendo a la perfección.

Le da un par de palmaditas a Paula en la cara. “Despierta. Es tu momento, gran reina…” Paula despierta sobresaltada y forcejea con las cuerdas que la tienen amarrada a la mesa. Quiere gritar pero no puede, está amordazada. “Bienvenida a tu gran fiesta, reina del baile”, Serena habla inclinada sobre Paula, con ojos de locura placentera. Paula abre mucho los ojos en un gesto de horror… ¿cómo ha podido secuestrarla esta tipeja loca? Y peor aun… ¿quién es? Forcejea de nuevo con las cuerdas pero es inútil. 


“¿Recuerdas a esta chica?”, le dice Serena enseñándole una foto de una adolescente con cara inexpresiva, que transmite un gran vacío y mucha soledad. O quizás sea algo más. Paula empieza a comprender quién es esa loca y por qué están allí las dos, diez años después. Aquella chica que consiguió para su hermano Samuel y sus amigos… ¿cómo es posible? Estaba convencida de que no había sobrevivido a aquello. ¿Cómo la había encontrado?

“Sí, soy yo… Serena”. Estaba irreconocible… mucho más delgada, aunque daba la impresión de ser más fuerte, no parecía la pusilánime a la que metió en un infierno. Sigue amordazada y al intentar hablar solo consigue tener un ataque de tos. “Shhh… tú no tienes derecho a hablar, puta. Ahora mando yo”, susurra Serena mientras le enseña un cuchillo a Paula y sonríe.


Era necesario. Inevitable. Cualquiera que la hubiera conocido podría imaginarse o al menos creerse aquello sin problemas. Como dirían los gitanos de cualquier clan, “Estaba escrito en los astros”. Sí, era normal que Serena, criada con la opresión y el miedo, sin sueños ni esperanzas, solo con un muy ruinoso negocio familiar y una madre controladora, posesiva e incapaz de ver más allá de lo que ella misma necesitaba, acabase pegándose un tiro o convirtiéndose en una asesina. Aunque claro, lo que le pasó a los 20 años acabó de marcar su destino.


"¿Recuerdas a esta chica?"

Lo que sí resultaba raro es que después de aquello no se convirtió en una asesina transtornada de la noche a la mañana, que por instinto matase al primero que se le pusiera por delante con el primer objeto contundente que pillase. No, en absoluto. Niet. Se convirtió en una asesina fría y calculadora, que planeó su “gran golpe” durante meses. Si salía bien, le esperaba toda una caza de brujas, hasta acabar con los otros 6 malnacidos que convirtieron su vida en un infierno.

Paula  fue elegida como la primera víctima por motivos personales… aquella chica la engañó, haciéndole creer que era su amiga, cuando lo único que quiso fue venderla y dejarla con seis chicos de su edad, deseosos de saciar sus apetitos sexuales y sádicos. Pensó que no sobreviviría, pero se equivocaba… sobrevivió. Y ya nunca más fue aquella chica tímida, apocada y frágil a la que Paula engañó con cierta facilidad. Diez años después, la susodicha Paula se había convertido en un putón verbenero, que iba de cama en cama intentando sacar todo lo posible a los incautos que caían en sus redes. Serena no sabía si etiquetarla como una estafadora o como una simple puta. Era digna de odio, de burla y lástima, pero no de piedad.

De modo que buscó el momento idóneo para poder pillarla sola y… narcotizaje y secuestro. Lo tenía todo planeado. Buscó un sitio solitario, una nave abandonada y en medio de la nada. Nadie podía escuchar gritos ni golpes, ni ninguna otra cosa. Como por ejemplo, la música pachanguera que se puso para amenizar el momento. Le parecía demasiado siniestro matar en silencio.

De hecho, la música no ha dejado de sonar y ahora Paula acompasa su miedo al ritmo de una pieza instrumental de una banda sonora conocida, algo lenta y un poco lúgubre. Parece que Serena se está relajando para, acto seguido, mover un cuchillo de dimensiones considerables ante la mirada de pánico de su víctima. Baila entusiasmada con la siguiente canción de la lista…C’est la vie say the old folks, it goes to show you never can tell”  canta la voz casi metálica del CD y justo en ese momento Paula recibe el primer corte, en el brazo derecho. Superficial pero doloroso. Luego vienen los siguientes: el otro brazo, piernas, abdomen, pies…

Paula siente un dolor creciente por todo el cuerpo, además del miedo y la humillación. Serena no deja de contarle todo lo que sufrió a manos de su hermano y los otros, mientras le inflige los cortes y baila o canta, como si de un ritual satánico se tratase. Por supuesto, la maldita música sigue sonando, aumentando la sensación de confusión y mareo de Paula, y duplicando la euforia de liberadora violencia de Serena. “¿Duele? Creo que te estarás haciendo una idea de lo que me hiciste, de lo que me hicieron, de lo que sufrí… ¡hiijaputa!”.




La noche se hace larga, muy larga, para Paula. Se desmaya en un par de ocasiones pero su torturadora sabe cómo hacer que resista, se ha preparado bien para la ocasión. Sin embargo, sobre las 6h de la mañana, Serena deja sus cuchillos, apaga la música y se sienta en el suelo, sobre unas mantas. Parece meditar, o igual solo está descansando, quién sabe.
Paula se queda dormida por el cansancio, creyendo que todo ha terminado, que tal vez morirá por las heridas pero la tortura se acabó. En parte tiene razón, Serena ya no puede hacerle más cortes en el cuerpo, pero tras unos minutos de sueño profundo, vuelve a causarle dolor, echando alcohol sobre sus heridas… para que despierte.

“Despierta asquerosa, antes de morir quiero que sepas algo”. Paula empieza a desear que cumpla sus amenazas y acabe con la tortura. “Tú solo has sido el principio… El siguiente es tu hermano y luego sus cinco amigos. Y tal vez acabe también con tus padres, o les haga llegar una foto tuya y otra de tu hermano, aquí atados, a punto de morir, acompañada por una carta en la que les explique el por qué de vuestra muerte. Ya sabes, todo lo que me hicisteis pasar… ah, y que sepas que nunca os encontrarán, tengo contactos y lo que quede de vosotros arderá en un crematorio, como una viejecita que acabase de morir.”

Paula está desesperada pero sabe que no tiene escapatoria. Su corazón late desbocado y ahora solo puede pensar en el horror de su familia cuando les sepan muertos a ella y a su hermano y cuando se sepa lo que sucedió hace diez años. Está al borde del infarto, pero está demasiado débil incluso para eso.

Serena enciende de nuevo la música: He oído que la noche es toda magia… “¿Conoces la canción, verdad? Ellos la usaban continuamente de fondo mientras se divertían conmigo. Ahora la diversión me toca a mí”. Tiene el cuchillo más grande de todos en la mano y le repasa las heridas suavemente con la punta. Paula solloza y gime, en un intento vano por darle pena y que al menos la deje libre. Serena alza el cuchillo en un gesto ceremonial, como si fuera a sacrificarle un carnero a cualquier dios. Las estrellas te iluminan y te sirven de guía. Te sientes tan fuerte que piensas que nadie te puede tocar… Serena empuja el cuchillo hacia abajo con fuerza, clavándolo en el corazón de Paula. El grito de la primera es desgarrador, la liberación o simplemente la venganza. La segunda a penas emite un gemido y expira en pocos minutos.

Serena coge su polaroid y saca una foto del estado final de Paula, llena de cortes, demacrada y con un cuchillo clavado en el pecho. Deja la foto junto a las dos que le sacó antes, mientras dormía. Saca una vieja fotografía de su bolsillo: Paula, su hermano y sus cinco amigos, y Serena posan sonrientes. Serena tacha con un rotulador negro a Paula.


Ha sido el inicio de su gran colección.  





6 comentarios:

  1. Espeluznante. No hay nada más difícil que poner en guardia al lector, atraparlo en la historia y dejarlo al llegar al fin con los pelos de punta. Y más, cuando la narración es delicada, sin el recurso fácil del gore. Cuánto talento para llevarnos de la mano hasta la foto final con la cadencia de un baile y dejarnos con ganas de más polaroid. Sandra, enhorabuena. Me has ganado como lectora fiel. Un beso y muchos éxitos, que los tendrás... (¡y eso que no me gusta la narrativa de terror!)

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  2. ¡Mil gracias Olivia! Si te digo dónde escribí la historia no te lo creerías, jejej. Me alegra mucho que te haya gustado y que tengas ganas de más polaroid. Espero que seas buena vidente y algún día tenga muchos éxitos ;)
    Besitosssss

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  3. Waalaaaa!!! Me encanta !!!
    Me ha gustado mucho como esta escrito y el ambiente que se crea con los detalles que vas narrando. Además, como dice Olvia, nos dejas con ganas de más polaroid... :)
    Enhorabuena :)

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    1. ¡Muchas gracias Vanesa! Es un placer que la historia llegue a los lectores. Intentaremos que tengáis más polaroid ;)

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  4. Muy bueno espero que aya mas polaroid. Ya que se lo merecen.

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