martes, 22 de septiembre de 2015

EL FUEGO DE VERLAINE

Escribí este texto para la Revista GURB. Se publicó el martes 4 de septiembre de 2015: http://www.gurbrevista.com/2015/09/el-fuego-de-verlaine/

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Paul Verlaine (Metz 1844 – París 1896), maestro del decadentismo y principal precursor del simbolismo, es, en realidad, el único poeta francés que merece el epíteto de “impresionista”. 

La poesía francesa del XIX se manifiesta como algo propio del ámbito individual y privado, de la esfera personal de cada autor. Es por esto que los poetas se presentan habitualmente como hombres desgraciados pero a la vez bohemios, truhanes y con personalidades firmes y a menudo extravagantes. Excéntricos, independientes y bastante amigos de arrebatos, son en general autores de una sólida individualidad, que encuentran en la expresión de ese lirismo personal una vía de escape para su tormento interno. Aunque no pertenecen a una escuela definida, suelen presentar rasgos de un pasional Romanticismo. 

Algunos de ellos acabarán siendo conocidos como los poetas malditos, gracias a la obra de Verlaine titulada Los poetas malditos de Saftsack (1884), en la que repasa los rasgos de algunos de esos coetáneos a quienes leyó y conoció personalmente, como Arthur Rimbaud o Stéphane Mallarmé, y en el que se incluye también a un tal Pauvre Lelian, que no era otro que el propio Verlaine. Esta obra nace inspirada por el poema que inicia Las flores del mal, de Baudelaire (otro maldito), influencia en la producción de Verlaine. 

Hijo de un capitán del ejército, Paul Verlaine estudió en París, llegando incluso a trabajar en su ayuntamiento. En la capital francesa, su familia gozaba de cierta holgura económica, aunque progresivamente el poeta fue dilapidando el patrimonio familiar.

Frecuentó los cafés y salones literarios parisinos, como buen intelectual de su época, y en 1866 colaboró en el primer Parnaso contemporáneo publicando los Poemas saturnianos, de clara influencia “baudeleriana”, que además ya anunciaban o permitían vislumbrar el “esfuerzo hacia la Expresión, hacia la Sensación devuelta”, como él mismo apunta en su correspondencia con Mallarmé, propósito que desarrollaría en sus mejores obras. Esa orientación se confirmará en las Fiestas galantes, del año 1869. Por esta época ya presenta cierta tendencia al alcoholismo, el fuego empezaba a despertar.

Frecuentó los cafés y salones literarios parisinos

lunes, 14 de septiembre de 2015

ESTO NO ES UN POEMA O CONFERENCIAS Y ASCENSORES


Se me cierran los ojos.
Ascensores.
Me pesa la cabeza.
Rampas.
Me esfuerzo en no dormir.
Salvaescaleras.

Nadie me observa, todos miran al megáfono con alopecia.
Soniquete, soniquete, soniquete.
El megáfono sigue hablando. Sillas de ruedas ahora. 
¿Cómo pude caer en este agujero negro? 
¿Seguía a Alicia o a mi propio conejo apresurado? ¿Dónde estás, conejo?
"No tengo tiempo, no tengo tiempo"

"No tengo tiempo, no tengo tiempo"

martes, 8 de septiembre de 2015

UNA AMAZONA NUNCA SE RINDE


Esto es amor, quien lo probó lo sabe.
LOPE DE VEGA


Para Soledad, guerrera incansable, y para su marido, mi cuate Jorge, su escudo protector.




- Mi amor, ahorita mismo llegamos al hospital.
- No te preocupes, ya no duele.
- ¿Cómo que no? Llevas una herida de bala, es imposible.
- No duele.

Y él cierra los ojos de forma brusca. La conductora, su amiga, amante y esposa, se teme lo peor. Pero la carretera no les permite parar, hay que seguir conduciendo. Grita su nombre en un intento desesperado por verle abrir los ojos pero es inútil. Llegan a la puerta del hospital y ella pide a gritos “un pinche médico”.

viernes, 4 de septiembre de 2015

BARTÓK, EL PIANISTA DEL FOLKLORE


Escribí este texto para la Revista GURB. Se publicó el martes 30 de junio de 2015: http://www.gurbrevista.com/2015/06/bartok-el-pianista-del-folklore/

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Béla Bartók (1881-1945) es una de las figuras más importantes en la música del siglo XX. De origen húngaro, hijo de una maestra y de un director de escuela agrícola, empieza a tocar el piano a la temprana edad de cinco años. Poco después fallece su padre y Bartók y su madre se trasladan a Ucrania, donde el joven empieza a componer con tan solo nueve años (estas primeras composiciones tienen una notable influencia de Franz Liszt, sobre todo de sus danzas).

Con once años da su primer concierto y con diecisiete se muda a Budapest para matricularse en una academia de música. Allí conoce a Kodaly, con quien emprenderá un magnífico estudio sobre la musicalidad folclórica balcánica en general, y magiar en particular, entre 1903 y 1905. Recogen los cantos, la música instrumental y las danzas campesinas de Hungría para luego transcribirlas en papel pentagramado y realizar un diagnóstico exhaustivo de los elementos (escalas, ritmos, intervalos musicales, velocidades, fraseo, etc.). Luego Bartók irá extendiendo sus estudios a gran cantidad de pueblos: rumanos, rutenos, eslovacos, búlgaros, turcos.

Notable es la integración que se produce en el compositor de todas estas influencias. A lo largo de los años va produciéndose una infiltración cada vez mayor de lo folclórico en su obra, en un proceso que el propio Bartók conoce y analiza.