miércoles, 24 de junio de 2015

PAGAS TU DOLOR CONMIGO


No es nada fácil si se tienen sentimientos,
porque la vida no es como un libro de cuentos.
Y el que no siente su dolor es solo por una razón…
Porque está muerto.






Pagas tu dolor conmigo.


Me rocías con tus miedos, tu enojo, tu frustración. La bilis que te tragas con otros cae sobre mí cual jarro de agua fría.
En el trabajo te explotan, o más bien te ningunean e ignoran. Te conformas con un sueldo irrisorio y humillante. Desperdicias tu talento entre esas cuatro paredes de mediocridad.





Pagas tu dolor conmigo.

Tu familia es una mentira: lo que empezó con  ilusión y amor ahora vive, o a duras penas sobrevive, envilecido y lleno de ponzoña. Cuando cayó la careta de la pareja que elegiste, ya era tarde. La hipoteca y la rutina te tenían en sus redes. Te faltó valor para romper esas cadenas. Y hoy ni siquiera te queda el consuelo de los hijos, pues la naturaleza, pérfida y caprichosa, te negó ese don.


Pagas tu dolor conmigo.

Y yo entiendo tu angustia, entiendo tus miedos, entiendo tu rabia, incluso tu hastío y el desconsuelo. Sin embargo, no veo por qué motivo me usas como espantapájaros, o como purgatorio de pecados. O simplemente como el cubo donde verter tus restos.

Pagas tu dolor conmigo, pero tu basura es tuya, no lo olvides.

"No veo por qué motivo me usas como espantapájaros"
Tal vez la culpa sea mía. Te acostumbré a disponer de mí, a ser el hombro en el que llorar, a solucionar lo que en mi mano estuviese. Me gustaba ser el puntal que te sostenía ante el derrumbe. Pero erré… “Pan para hoy, hambre para mañana”, supongo. Y sexo de vez en cuando.

Pagas tu dolor conmigo.

Y ahora he pasado de hombro sobre el que llorar a saco de boxeo sobre el que descargar golpes. Mal oficio el de sparring sin quererlo. Y peor la paga, que es nula y amarga.

Pagas tu dolor conmigo.

No te das cuenta de que sin quererlo estás quebrando el bastón de apoyo. Golpe a golpe, pero no verso a verso. Pues ni tú ni yo somos Machado. Ni tampoco Serrat. Ni siquiera somos un cantante indie con ínfulas de cantautor.
Solo somos una mala canción que habla de dos amantes yonkis. Sin cocaínas ni LSD, pero yonkis. Yonkis el uno del otro aunque también yonki cada uno de su propio dolor, de su propia vida rota a base de errores y cobardías.

Pagas tu dolor conmigo.

Y ya ni siquiera nos queda el superficial consuelo del sexo esporádico. Hemos sustituido los besos, la complicidad y los orgasmos por miradas asesinas y angustia, primero, y por cordial y falsa indiferencia, después. El laberinto entre nosotros es demasiado grande y ya nunca llegamos a un punto de encuentro. Un laberinto bien decorado, por cierto, a base de engaños y mentiras, de promesas incumplidas, de fugas románticas que jamás llegaron. Y ahora solo quedan los reproches velados, que tampoco llegamos a expresar nunca en voz alta. El silencio se ha vuelto tóxico y asfixiante. 

Tal vez por eso… Pagas tu dolor conmigo






Este texto puede leerse también en el Periódico mexico La Verdad: 

2 comentarios:

  1. Real como la vida. Cuánta amargura genera la propia frustración a veces. Besos y sigue regalándonos tus textos

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