lunes, 14 de septiembre de 2015

ESTO NO ES UN POEMA O CONFERENCIAS Y ASCENSORES


Se me cierran los ojos.
Ascensores.
Me pesa la cabeza.
Rampas.
Me esfuerzo en no dormir.
Salvaescaleras.

Nadie me observa, todos miran al megáfono con alopecia.
Soniquete, soniquete, soniquete.
El megáfono sigue hablando. Sillas de ruedas ahora. 
¿Cómo pude caer en este agujero negro? 
¿Seguía a Alicia o a mi propio conejo apresurado? ¿Dónde estás, conejo?
"No tengo tiempo, no tengo tiempo"

"No tengo tiempo, no tengo tiempo"


Pero es mentira... tiempo me sobra.
El tiempo me mira.
El tiempo me sonríe.
El tiempo me acorrala.
El tiempo me aplasta. 

Me aplasta mientras el megáfono con alopecia continúa: extintores, luces de emergencia, salida de incendios... Las ventanas de ventilación me asfixian. Viguetas, fajones, puertas abatibles... 
Soniquete, soniquete, soniquete.

¿Dónde estás, conejo? ¿Dónde estás, Alicia? 
Se fueron. Me han cambiado los cuentos. Se acabaron los cuentos, en realidad... El final feliz no existe. El final solo es el final. 
Pantalla en negro. 

Cinco minutos más y vendrá el pitido de una muerte anunciada, o tal vez de un nacimiento inesperado. ¿Un Benjamin Button tal vez?
No hay fotos de la ejecución.
No hay fotos del nacimiento.
No hay fotos de vida.
¿Existió, entonces?
¿Dónde está esa imagen que vale más que mil palabras? ¿Sin imágenes, no hay existencia?

Parece que también caducó el cogito ergo sum. Hoy somos más de twitter (¿ergo sum?). 

Barreras arquitectónicas, rampas, medidas mínimas, escalones, más rampas, ascensores empotrados, señales luminosas, señales acústicas (cómo no)...
Ejecución, ejecución, ejecución.

Sin Alicia, ni conejo, ni príncipe azul, ni lobos, ni caperucitas... perdida. 
¡¡¡Que ME corten la cabeza!!!
¡Quiero los zapatos de Dorothy! 
¿No eran cinco minutos? Ya llevamos diez.

Bajar el ascensor a cota de zaguán... 

Alicia y rampas. 
El conejo y ascensores. 
El príncipe azul y un par de extintores.
El lobo y señales luminosas.
Caperucita y señales acústicas...

¡¡¡Que ME corten la cabeza!!! 

¿Quién me mandaría a mí apuntarme a estos saraos?

Se acabó el soniquete. El megáfono con alopecia se ha quedado sin pilas.
Silencio, silencio, silencio. 



2 comentarios:

  1. Tu relato? Me ha parecido la pesadilla de un delineante o arquitecto, obsesionado con rampas, ascensores y escaleras. También podría ser con mayor motivo la pesadilla de un minusválido persiguiendo al conejo blanco. De cualquier manera es muy plástico. Que no te corten la cabeza y al de la alopecia, mejor lo obviamos. Un gusto leerte.

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    1. ¡Muchas gracias Malén! Es una pesadilla, sí. La pesadilla de sentirse atrapada en un mundo que nos limita. Celebro que no quieras que me corten la cabeza ;) Gracias por leerme. ¡Un saludo!

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