Son casi las dos de la
madrugada, el dolor de cabeza empieza a ser algo realmente molesto. ¿Por qué no
lo tomé con más tiempo? Tengo que entregar en dos días los cinco pliegues de
sonetos que me pidió el Marqués y aun me faltan la mitad.
Demasiado ocupado con
Lisi como para centrarme antes en esto... No tengo remedio, siempre disperso,
siempre pensando en otras cosas. Mil y un sonetos le he escrito a esa belleza
que me tiene embelesado, más no consigo dar con otro tema que el amor y mi
amada. Al marqués le va a parecer esto una basura monotemática.
Céntrate Francisco,
tienes que escribir sonetos. Usa temas mitológicos, eso siempre agrada a esta
nobleza rancia. Vamos a ver... Venus y Eros. No, otra vez el maldito amor. Hera
y su paciencia con Zeus... tampoco, me van a tachar de moralista. ¿Y si escribo
algo sobre la realeza? La reina coja y su amante el esclavo indio... no, me
apresarían por traición a la corona.
¡Es imposible! Odio al
Marqués y sus encargos...