La llaman reina de las
diosas, la más coqueta, la más hermosa… canta Serena (más bien desafina) mientras continua
con su frenético afilar de cuchillos arriba y abajo. También baila alegre al
ritmo de la música y de vez en cuando echa un vistazo adonde está Paula. Sigue
dormida, todo está saliendo a la perfección.
Le da un par de palmaditas a Paula en la cara.
“Despierta. Es tu momento, gran reina…” Paula despierta sobresaltada y forcejea
con las cuerdas que la tienen amarrada a la mesa. Quiere gritar pero no puede,
está amordazada. “Bienvenida a tu gran fiesta, reina del baile”, Serena habla
inclinada sobre Paula, con ojos de locura placentera. Paula abre mucho los ojos
en un gesto de horror… ¿cómo ha podido secuestrarla esta tipeja loca? Y peor
aun… ¿quién es? Forcejea de nuevo con las cuerdas pero es inútil.
“¿Recuerdas a esta chica?”, le dice Serena enseñándole
una foto de una adolescente con cara inexpresiva, que transmite un gran vacío y
mucha soledad. O quizás sea algo más. Paula empieza a comprender quién es esa
loca y por qué están allí las dos, diez años después. Aquella chica que
consiguió para su hermano Samuel y sus amigos… ¿cómo es posible? Estaba
convencida de que no había sobrevivido a aquello. ¿Cómo la había encontrado?
“Sí, soy yo… Serena”. Estaba irreconocible… mucho
más delgada, aunque daba la impresión de ser más fuerte, no parecía la
pusilánime a la que metió en un infierno. Sigue amordazada y al intentar hablar
solo consigue tener un ataque de tos. “Shhh… tú no tienes derecho a hablar,
puta. Ahora mando yo”, susurra Serena mientras le enseña un cuchillo a Paula y
sonríe.
Era necesario. Inevitable. Cualquiera que la hubiera
conocido podría imaginarse o al menos creerse aquello sin problemas. Como
dirían los gitanos de cualquier clan, “Estaba escrito en los astros”. Sí, era
normal que Serena, criada con la opresión y el miedo, sin sueños ni esperanzas,
solo con un muy ruinoso negocio familiar y una madre controladora, posesiva e
incapaz de ver más allá de lo que ella misma necesitaba, acabase pegándose un
tiro o convirtiéndose en una asesina. Aunque claro, lo que le pasó a los 20
años acabó de marcar su destino.
"¿Recuerdas a esta chica?" |
Lo que sí resultaba raro es que después de aquello no se convirtió en una asesina transtornada de la noche a la mañana, que por instinto matase al primero que se le pusiera por delante con el primer objeto contundente que pillase. No, en absoluto. Niet. Se convirtió en una asesina fría y calculadora, que planeó su “gran golpe” durante meses. Si salía bien, le esperaba toda una caza de brujas, hasta acabar con los otros 6 malnacidos que convirtieron su vida en un infierno.
Paula fue
elegida como la primera víctima por motivos personales… aquella chica la
engañó, haciéndole creer que era su amiga, cuando lo único que quiso fue
venderla y dejarla con seis chicos de su edad, deseosos de saciar sus apetitos
sexuales y sádicos. Pensó que no sobreviviría, pero se equivocaba… sobrevivió.
Y ya nunca más fue aquella chica tímida, apocada y frágil a la que Paula engañó
con cierta facilidad. Diez años después, la susodicha Paula se había convertido
en un putón verbenero, que iba de cama en cama intentando sacar todo lo posible
a los incautos que caían en sus redes. Serena no sabía si etiquetarla como una
estafadora o como una simple puta. Era digna de odio, de burla y lástima, pero
no de piedad.
De modo que buscó el momento idóneo para poder
pillarla sola y… narcotizaje y
secuestro. Lo tenía todo planeado. Buscó un sitio solitario, una nave
abandonada y en medio de la nada. Nadie podía escuchar gritos ni golpes, ni
ninguna otra cosa. Como por ejemplo, la música pachanguera que se puso para
amenizar el momento. Le parecía demasiado siniestro matar en silencio.
De hecho, la música no ha dejado de sonar y ahora
Paula acompasa su miedo al ritmo de una pieza instrumental de una banda sonora
conocida, algo lenta y un poco lúgubre. Parece que Serena se está relajando
para, acto seguido, mover un cuchillo de dimensiones considerables ante la
mirada de pánico de su víctima. Baila entusiasmada
con la siguiente canción de la lista… “C’est la vie
say the old folks, it goes to show you never can tell” canta la voz casi metálica del CD y justo en ese
momento Paula recibe el primer corte, en el brazo derecho. Superficial pero
doloroso. Luego vienen los siguientes: el otro brazo, piernas, abdomen, pies…
Paula siente un dolor creciente por todo el cuerpo, además del miedo y la humillación. Serena no deja de contarle todo lo que sufrió a manos de su hermano y los otros, mientras le inflige los cortes y baila o canta, como si de un ritual satánico se tratase. Por supuesto, la maldita música sigue sonando, aumentando la sensación de confusión y mareo de Paula, y duplicando la euforia de liberadora violencia de Serena. “¿Duele? Creo que te estarás haciendo una idea de lo que me hiciste, de lo que me hicieron, de lo que sufrí… ¡hiijaputa!”.
La noche se hace larga, muy larga, para Paula. Se
desmaya en un par de ocasiones pero su torturadora sabe cómo hacer que resista,
se ha preparado bien para la ocasión. Sin embargo, sobre las 6h de la mañana,
Serena deja sus cuchillos, apaga la música y se sienta en el suelo, sobre unas
mantas. Parece meditar, o igual solo está descansando, quién sabe.
Paula se queda dormida por el cansancio, creyendo
que todo ha terminado, que tal vez morirá por las heridas pero la tortura se
acabó. En parte tiene razón, Serena ya no puede hacerle más cortes en el
cuerpo, pero tras unos minutos de sueño profundo, vuelve a causarle dolor,
echando alcohol sobre sus heridas… para que despierte.
“Despierta asquerosa, antes de morir quiero que
sepas algo”. Paula empieza a desear que cumpla sus amenazas y acabe con la
tortura. “Tú solo has sido el principio… El siguiente es tu hermano y luego sus cinco
amigos. Y tal vez acabe también con tus padres, o les haga llegar una foto tuya
y otra de tu hermano, aquí atados, a punto de morir, acompañada por una carta
en la que les explique el por qué de vuestra muerte. Ya sabes, todo lo que me
hicisteis pasar… ah, y que sepas que nunca os encontrarán, tengo contactos y lo
que quede de vosotros arderá en un crematorio, como una viejecita que acabase
de morir.”
Paula está desesperada pero sabe que no tiene
escapatoria. Su corazón late desbocado y ahora solo puede pensar en el horror
de su familia cuando les sepan muertos a ella y a su hermano y cuando se sepa lo
que sucedió hace diez años. Está al borde del infarto, pero está demasiado
débil incluso para eso.
Serena enciende de nuevo la música: He oído que la noche es toda magia… “¿Conoces
la canción, verdad? Ellos la usaban continuamente de fondo mientras se
divertían conmigo. Ahora la diversión me toca a mí”. Tiene el cuchillo más
grande de todos en la mano y le repasa las heridas suavemente con la punta.
Paula solloza y gime, en un intento vano por darle pena y que al menos la deje
libre. Serena alza el cuchillo en un gesto ceremonial, como si fuera a
sacrificarle un carnero a cualquier dios. Las
estrellas te iluminan y te sirven de guía. Te sientes tan fuerte que piensas
que nadie te puede tocar… Serena empuja el cuchillo hacia abajo con fuerza,
clavándolo en el corazón de Paula. El grito de la primera es desgarrador, la
liberación o simplemente la venganza. La segunda a penas emite un gemido y
expira en pocos minutos.
Serena coge su polaroid y saca una foto del estado
final de Paula, llena de cortes, demacrada y con un cuchillo clavado en el
pecho. Deja la foto junto a las dos que le sacó antes, mientras dormía. Saca
una vieja fotografía de su bolsillo: Paula, su hermano y sus cinco amigos, y
Serena posan sonrientes. Serena tacha con un rotulador negro a Paula.
Espeluznante. No hay nada más difícil que poner en guardia al lector, atraparlo en la historia y dejarlo al llegar al fin con los pelos de punta. Y más, cuando la narración es delicada, sin el recurso fácil del gore. Cuánto talento para llevarnos de la mano hasta la foto final con la cadencia de un baile y dejarnos con ganas de más polaroid. Sandra, enhorabuena. Me has ganado como lectora fiel. Un beso y muchos éxitos, que los tendrás... (¡y eso que no me gusta la narrativa de terror!)
ResponderEliminar¡Mil gracias Olivia! Si te digo dónde escribí la historia no te lo creerías, jejej. Me alegra mucho que te haya gustado y que tengas ganas de más polaroid. Espero que seas buena vidente y algún día tenga muchos éxitos ;)
ResponderEliminarBesitosssss
Waalaaaa!!! Me encanta !!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho como esta escrito y el ambiente que se crea con los detalles que vas narrando. Además, como dice Olvia, nos dejas con ganas de más polaroid... :)
Enhorabuena :)
¡Muchas gracias Vanesa! Es un placer que la historia llegue a los lectores. Intentaremos que tengáis más polaroid ;)
EliminarMuy bueno espero que aya mas polaroid. Ya que se lo merecen.
ResponderEliminar¡¡Graciasss!! :D
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