Hay miradas que lo cambian todo. Eso me sucedió
cuando te conocí, gracias a ti por fin mi suerte viró su rumbo, volviendo a la
ruta correcta, alejada de sirenas y monstruos. Llegaste después de unas horas
de miedo y tensión, estábamos todos al borde del abismo. Nuestras vidas pendían
de un hilo, del capricho de Átropos, hilandera voluble que jugueteaba nerviosa
con las tijeras. Desperté confusa y entonces sucedió el milagro. La enfermera
entró sonriente, te puso en mis brazos y me miraste por primera vez con tus
ojitos dulces, asomándote al mundo con inocencia y ternura. En ese momento lo
supe. Por fin tenía una mirada en la que sostenerme.
Precioso, qué final más bonito. ¡Y es el principio de una vida!
ResponderEliminarSí señora, el principio de una vida que tengo el placer de ver sonreír a diario. ¡Muchas gracias por leerme! Muaksss
ResponderEliminarPocas palabras para un enorme sentimiento. La frase final, simplemente perfecta.
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias Ana! Encantadísima de que me leas y de que te gusten mis textos. Un besote gordooo. ¡Muaksss!
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