Corre el año 1892. Un joven ruso abandona su patria rumbo a
Nueva York buscando una vida mejor y a la mujer de su vida, que ha partido poco
antes con su familia hacia la conquista del sueño americano. Los chicos se
establecen, como muchas otras parejas inmigrantes y judías, en el modesto
barrio del Lower East Side. En ese momento no saben que uno de sus hijos será
uno de los mayores compositores de Estados Unidos, ni tampoco que ese sueño
americano se hará realidad no solo para él, sino también para su hermano. La
pareja no es otra que la compuesta por Morris Gershovitz (más tarde, Morris
Gershwin) y Rose Bruskin, los padres del genial George Gershwin.
Gershwin rematando unas partituras |
El compositor nace en Nueva York en 1898, rozando los albores
del cataclísmico siglo XX, ya como americano de pleno derecho. Durante su
infancia, sus padres no tienen demasiadas esperanzas en el futuro del pequeño,
siempre más decantado hacia la diversión que hacia los estudios. De hecho, el
piano que compra la familia tiene como destinatario a su hermano Ira, aunque
finalmente es George quien acaba tocándolo. Y con una maestría única.
Durante un par de años, George recibe clases de piano de
manos de profesores mediocres, hasta que en 1912 conoce a Charles Hambitzer,
quien muestra a su alumno la belleza y la fuerza de las obras de Chopin, Liszt
y Debussy. A partir de ese momento, Gershwin centra todas sus fuerzas en
convertirse en concertista de piano. Pero todo se viene abajo cuando su padre
decide que ser músico no es lo mejor para él en tiempos difíciles y le obliga a
estudiar contabilidad, disciplina por la que no siente interés alguno. Aguanta
un par de años entre balances y números farragosos, pero en 1914 convence a su
madre para abandonar los estudios y acepta un trabajo como pianista en el Tin
Pan Alley, una zona de Nueva York en la que proliferan como setas los editores
de música popular. Su cometido es interpretar piezas nuevas para posibles compradores
de las partituras. Tiene solo 15 años y la música americana ya corre por sus
venas.
Sin embargo, su instinto le dice que la mayoría de las
partituras no están bien escritas, que él puede hacerlo mucho mejor y empieza a
crear canciones de su puño y letra. Con apenas 20 años ya ha compuesto algunas
melodías y sus propios jefes, Remick & Company, le publican un ragtime para
piano: Rialto Ripples. Pero
George quiere más y en 1917 abandona el trabajo y prosigue con su carrera de
pianista en el mundo del teatro. Destaca como compositor en pequeños
espectáculos de Broadway, y pronto llama la atención de influyentes productores
musicales.
La popularidad de Gershwin sube un peldaño más cuando Al
Jolson graba una de sus canciones, Swanee, un
éxito de ventas que recauda unos cuantos millones de dólares. Este lanzamiento
permite que, con sólo 22 años, George Gershwin amase fama y fortuna, algo que
jamás imaginaban sus padres cuando salieron de Rusia. Este éxito incipiente le
sirve para lograr un nuevo encargo: escribir la música para George White’s Scandals, una importante
revista de Broadway. En 1923 se arriesga y lleva a Inglaterra su propio
espectáculo, The rainbow.
Cuando llega a Gran Bretaña, Gershwin es ya una figura
consolidada y se considera un compositor de música seria, pero sigue deseando
ir un paso más allá, fundir la música clásica con la música popular
estadounidense que desde joven había absorbido como una esponja. Quiere
imprimirle a su arte la energía y vitalidad de la música folclórica del siglo
XX. Y lo consigue tan solo un año después (1924) cuando su mayor éxito, Rhapsody in Blue, sale a la luz. La obra
deja patente su grandeza como compositor en el panorama musical de la época. Y
es tan solo el pistoletazo de salida para todo el rosario de éxitos que vendrán
después, como Lady, be good! (1924), Concierto para piano en Fa (1925)
o Un americano en París (1928,
cuya versión cinematográfica se estrenará en 1951). Sus composiciones le llevan
a una exitosa y triunfal gira por Europa en el año 1928.
Rhapsody in Blue y el propio Gershwin se convirtieron en protagonistas en la película Fantasía 2000 de Disney |
Sin embargo, todo este éxito profesional jamás tendrá
correspondencia en lo personal. A pesar de contar con numerosas amistades
femeninas y vivir frecuentes aventuras fugaces, Gershwin nunca tendrá una
relación estable ni se casará. Su vida se convierte en una gran paradoja: la
que supone poner alegría y banda sonora a las fiestas de los locos años veinte
mientras su fracaso en lo personal se va fraguando por sus inseguridades y
continuas depresiones.
Cuando llega la Gran Depresión, Gershwin es una celebridad
con una fortuna considerable en el banco. Pero nada es suficiente para él,
quiere seguir triunfando en su profesión, de modo que viaja a Hollywood junto a
su hermano Ira para trabajar en la meca del cine. Ambos escriben, de forma
conjunta, una serie de bandas sonoras para las películas de la época (entre
otras, Delicious, 1931; Girl crazy,
1932, con una versión posterior protagonizada por Judy Garland en 1943; y The Goldwin
follies, 1938); su jugoso caché por
encargo no baja de los 100.000 dólares.
George vive a lo grande, entre estrellas de cine y partidos
de golf, ganando dinero a espuertas y disfrutando de sus escarceos amorosos con
las estrellas del momento. Pero esto no le aleja del todo de Broadway, pues
sigue escribiendo espectáculos como Of
Thee I Sing (1931),
primer musical en recibir el Premio Pulitzer para teatro. El favor del
público y de la crítica parecen acompañar siempre al compositor, pero también
conoce el fracaso. Varios de sus espectáculos en Broadway terminan en fiascos
entre 1931 y 1933 y su reputación se ve seriamente afectada, así como su propio
ánimo. Gershwin se refugia en el psicoanálisis para superar la difícil
situación emocional por la que atraviesa y es así como vuelve a retomar uno de
sus grandes sueños: componer una ópera. George había leído, algunos años antes,
un libro titulado Porgy que
trataba sobre la vida de los negros en el Sur estadounidense y considera que la
historia es el vehículo perfecto para dar al jazz popular una forma clásica. La
obra ve la luz en septiembre de 1935; la ópera Porgy and Bess se estrena ese mismo mes en
Boston y obtiene una acogida entusiasta por buena parte del público. Sin
embargo, su representación en Nueva York no es bien recibida; el público
conservador de la ciudad no ve con buenos ojos la presencia de la música negra
en una ópera, feudo tradicionalmente reservado a las elites sociales.
Cartel de la película Shall we dance, en el que figura Gershwin como compositor de la banda sonora |
Disgustado por los estúpidos convencionalismos y prejuicios,
Gershwin regresa con su hermano Ira a Hollywood, donde vuelve a conquistar el
éxito al escribir la banda sonora para varias películas de Fred Astaire. Todas
cosechan un éxito rotundo. Es el momento de algunas cintas memorables
como Señorita en desgracia (1937), Shall we dance? (1937), Vuelve a mí (1949) o Una cara
con ángel (1957). Aunque algunas composiciones ven la luz tras la
muerte de George, la música ya estaba escrita por el maestro tiempo antes de su
temprana desaparición. Luego será Ira quien seguirá adelante con muchos de sus
proyectos de partituras, añadiendo él mismo las letras o rematando pasajes
inconclusos.
Gershwin tiene 38 años cuando empieza a sentir vértigos y
mareos. En principio los médicos lo atribuyen al exceso de trabajo y al ritmo
frenético de su vida social y le recomiendan reposo. Sin embargo, esta no es la
razón de su mal, sino un tumor cerebral, que poco a poco va debilitándole. El 9
de julio entra en coma y, mediante una punción medular, los médicos confirman
el origen de una enfermedad casi desconocida hasta ese momento. Dos días
después se le practica una operación de urgencia, que no puede evitar el fatal
desenlace. El genio muere esa misma noche. El mundo pierde a un compositor
único que ha sido capaz de aportar armonía en la unión de lo folclórico y lo
culto, de lo popular y lo clásico, un experimento musical que ha conquistado el
sueño americano en Broadway y en Hollywood y que ha puesto Europa en pie con
sus giras memorables. Sin duda, él consigue lo que aquella pareja humilde de
San Petersburgo pretendía lograr al abandonar su Rusia natal: hacer realidad el
sueño americano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario