sábado, 6 de julio de 2013

PEQUEÑAS LOCURAS


Las locuras son necesarias en nuestra vida. Vivir todo según el orden establecido y la ley, sin permitirse alguna pequeña locura o capricho de vez en cuando es limitarse a una muy anodina existencia. Y como cada uno tiene su estilo en esto de hacer locuras, mis pequeñas locuras suelen ser de tipo literario. Éstas son producto de los ejercicios de la clase de Educación literaria.



La primera locurita que os presento nace de un ejercicio que consistía en escribir un microrrelato al estilo del famoso microrrelato El dinosaurio de Augusto Monterroso. Mi versión fue la siguiente:

“Cuando te vi por la mañana, la locura seguía en tu rostro”


La segunda de mis pequeñas locuras está basada en un ejercicio en el que teníamos que añadir un principio o un final al microrrelato Sola y su alma de Thomas Bailey Aldrich. Este es el resultado... 

<<Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.No se inmuta, pues sabe que nadie más hay en el mundo. “Serán los restos del naufragio, arrastrados por el viento. O tal vez sea la parca, que viene a comunicarme que ya mi hora llegó, que no debí salvarme aquel fatídico día 11”, piensa, con amargura. De nuevo golpean a la puerta. Ella se toma su dosis de cicuta... >>

Tercera locura basada en uno de los ejercicios de clase: Escribir una nota de disculpa de Eva o de Adán a Dios por haber comido manzanas del árbol prohibido. Me quedó humorística... ¿Qué os parece?

“Dios, lo siento… Envié a Adán al Mercadona pero estaba cerrado, así que no tuvo más remedio que traerme manzanas del árbol prohibido (o eso me dijo). Ya lo he reprendido, pero no hay manera. A ver si tú lo metes en vereda. Gracias.

EVA

P.D.: Oye… ¿qué haces para que te salgan esas manzanas tan ricas?”

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