De
verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
Discurso
de Eva, Carilda Oliver Labra
Adán es exigente con Eva, cada vez le acarrea más responsabilidades. En parte porque la considera inferior, y en parte porque siente algo muy extraño por ella. Se muere de ganas por desnudarla, acariciarla y hacerle el amor, pero la Creadora se lo tiene expresamente prohibido, eso es algo que solo se le permite con ella, no con Eva. Por ello, Adán compensa a menudo su frustración comportándose de modo caprichoso.
A Eva por su parte le está costando entender la
situación. Al principio solo sentía confusión. No entendía por qué Adán la
trataba así, ni por qué la Creadora la excluía de las actividades nocturnas,
que además no sabía en qué consistían, pues ambos se niegan a revelarle el
secreto.
Sin embargo, Eva no es solo dulce, trabajadora y
bellísima. Es también curiosa, algo que la Creadora no ha podido controlar en
su programación, ni en los ajustes que de vez en cuando hace a sus juguetes. Y es
justamente esa curiosidad lo que la ha llevado a espiarles esta noche, a mirar
por un resquicio abierto tras la puerta entornada.
Se asoma con cautela y observa el interior de la
estancia. Lo que ve le produce sentimientos encontrados. Ni Adán ni la Creadora
llevan ropa. Ella está en la cama a cuatro patas y Adán se sitúa de pie, detrás
de ella, agarrándola y rozando su cuerpo, chocando sus caderas, moviéndose ambos
de un modo extraño, suspirando y emitiendo unos sonidos que jamás había
escuchado. Quiere irse de allí para no ser descubierta, pero una fuerza
magnética le impide moverse de la puerta: su curiosidad… y cierto cosquilleo
que nota recorriendo su espalda y depositándose de forma certera en su
entrepierna.
Eva conoció así el deseo y la excitación.
Y también… fue sorprendida por Adán mientras
espiaba. El joven volvió un instante la cabeza y la vio allí: respirando de
forma lenta, con dificultad, y con sus mejillas sonrojadas por el súbito calor.
Pero en lugar de alarmarse, parar o avisar a su
compañera de cama, Adán le guiña un ojo y embiste con más fuerza a la Creadora,
quien emite un sonoro gemido, que solo consigue acrecentar la excitación de Eva.
-Eso es Adán, ¡fuerte! – consigue decir la Creadora
entre jadeos.
La joven no puede resistir tantas sensaciones nuevas
y huye de aquel escondite, refugiándose en su habitación. Se tumba en la cama e
intenta relajar su agitada respiración y sin darse ni cuenta empieza a
acariciar su cuerpo, con mano inexperta pero firme…
Nota que su entrepierna está húmeda, pero no se atreve
a tocar ahí, de modo que acaricia su cuerpo. Su cuello, sus hombros, sus pechos…
este es otro descubrimiento, la excitación crece al acariciarlos y parecen
ponerse más redondos, y las puntitas (en ese momento desconoce el término pezón) se endurecen, provocándole una
deliciosa sensación. Acaricia sus piernas y al subir toquetea suavemente su
trasero.
Cada vez nota más humedad, de modo que decide probar
suerte. Acaricia la zona con mimo, sin prisas. Empieza a notar la humedad en
sus dedos, cada vez las caricias son más largas y exploran más su sexo. Sus dedos
resbalan hacia el interior húmedo y aunque al principio le parece algo raro,
pronto se acostumbra al tacto y se acaricia con suavidad. El ritmo de las
caricias va in crescendo…
Así pues, esa noche Eva empezó a conocer también el
placer, y descubrió casi por casualidad algo que solía llevar de
cabeza a las mujeres: el orgasmo. Entendió así lo que sucedía entre la Creadora
y Adán.
Eva acababa de descubrir su carta de libertad…
“A partir de ahora, mi plan consistirá en seducir a
Adán, en convertirle en mi muñequito, para intentar conseguir la libertad, o al
menos una vida más cómoda dentro de esta esclavitud…”
Este texto puede leerse también en el Periódico mexicano La verdad:
http://periodicolaverdad.mx/genesis-iii.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario