Y
como un huracán llega, siento su presencia allí…
Aurora
cierra los ojos y dice: “Esa mujer está aquí. Y dice que está muy enfadada
contigo porque no le haces caso”.
Consciente
de que mi abuela está en la habitación y de que puede oírme, protesto:
-
A ver… ¿cómo voy a hacerte caso si no
me dices nada? No puedo hacer nada si sólo me miras y no hablas. ¿No lo
entiendes?
-
Ella te habla, pero tú no la escuchas.
Y está molesta…
-
No sé por qué pero no puedo
escucharte, no me dejan abuela. Lo siento…
Aurora
está con los ojos cerrados, escuchando atenta las palabras que mi abuela nos
dedica, aunque yo no pueda escucharla.
-
Dice que no entiende qué ha pasado,
que no sabe dónde está y que no hay luz. La veo arrinconada en un sitio solitario,
frío y oscuro. Se ha quedado ahí anclada, aun no pasado a la luz.
-
¿Pero cómo puede ser? Llevas más de
diez años muerta… ¿has estado deambulando todo este tiempo abuela?
-
No, creo que ha estado en ese sitio,
sin moverse. Dice que tiene miedo del juicio…